Un entrenador no se respeta a medias. Se respeta siempre.
Mientras lleve el escudo, es uno de los nuestros. Cuídalo. Apóyalo. Escúchalo.
Si quieres un club grande, empieza por tener un vestuario unido. No hay proyecto que funcione sin un líder respaldado. No hay rumbo si no confías en quien conduce el barco.
Un entrenador feliz contagia. Un entrenador respetado construye.
Y un club que sabe cuidar a su gente, siempre va más lejos.
La próxima vez que lo veas, no midas sus errores. Pregúntale qué necesita, qué sueña, cómo puedes ayudar. No le pongas piedras, tiéndele la mano. Porque solo así, todos ganamos.
Y si un día los caminos se separan, que sea con la frente alta y el respeto intacto.
Pero mientras vista tus colores… respétalo.
Porque en el respeto se construyen los verdaderos equipos.