Los minutos no se piden, se ganan. Y aunque pueda parecer frustrante cuando no juegas lo que esperabas, recuerda que cada entrenamiento, cada sesión extra y cada esfuerzo adicional son oportunidades para demostrar que mereces más tiempo en el campo.
Vemos a niños que a veces se sienten desmotivados porque no tienen los minutos que desean durante los partidos. Pero lo que muchos no entienden es que esos minutos no se otorgan por derecho, sino por mérito. Cada pase perfecto en el entrenamiento, cada sprint extra, cada error corregido con dedicación cuenta hacia ese objetivo.
Un niño no debe ver la falta de minutos como una limitación, sino como un desafío para mejorar. No importa cuánto juegues hoy; lo que realmente importa es cómo aprovechas cada segundo en el entrenamiento para estar listo cuando llegue tu oportunidad. Porque las decisiones sobre quién juega no dependen solo del talento natural, sino de la actitud, la constancia y la disposición para trabajar duro.
Cuando entendemos que cada entrenamiento es una prueba, que cada ejercicio tiene un propósito y que cada detalle cuenta, estamos preparando a nuestros jóvenes jugadores para enfrentar cualquier situación con determinación. La paciencia y el esfuerzo combinados siempre encontrarán su recompensa.
Así que si no estás jugando tanto como quisieras, esfuérzate el doble. Demuestra con hechos, no con palabras, que estás listo para asumir más responsabilidad. Tu momento llegará, y cuando lo haga, estarás completamente preparado para brillar.