«No es solo fútbol, es una pasión que te enseña a nunca rendirte.»
En el fútbol base, hay algo que ningún resultado, ningún gol ni ningún trofeo pueden enseñar: la resiliencia. Pero, ¿cuántas veces vemos a niños abandonar porque un error les hizo creer que no valían? ¿Cuántas veces confundimos la derrota con el fracaso?
Vemos partidos donde los niños lloran por un penal fallado, entrenadores que sustituyen al primer error, y padres que dicen «si no destacas, mejor deja el fútbol». Pero, ¿qué clase de lección es esa? ¿De verdad creemos que el éxito se mide en goles y no en la capacidad de levantarse una y otra vez?
Un niño no recuerda cuántas veces tropezó, pero sí recuerda la vez que se levantó y siguió corriendo hasta el pitido final. No se queda con las críticas, pero jamás olvida al entrenador que le dijo: «Hoy perdiste, pero no te rendiste. Eso es ganar».
El fútbol base no es un juego de resultados, es una escuela de vida. Los niños necesitan aprender que la pasión no está en ganar, sino en seguir intentándolo cuando todo parece ir mal. Necesitan partidos donde el sudor valga más que los aplausos, entrenadores que premien el coraje y padres que entiendan que un niño que no se rinde hoy, será un adulto que no se rendirá mañana.
Cuando entendamos que el fútbol no es un deporte, sino un maestro, dejaremos de contar goles y empezaremos a contar historias de superación.
Reflexionemos: ¿Estamos enseñando a los niños a rendirse ante el primer obstáculo o a luchar hasta el último segundo? ¿Queremos jugadores perfectos o personas perseverantes?
Y ahora te pregunto a ti: ¿Qué lección quieres que recuerde tu hijo del fútbol base? ¿La de abandonar cuando las cosas se ponen difíciles o la de seguir adelante con pasión? ¡Comenta y comparte si crees que el fútbol enseña a nunca rendirse!