Pedir perdón en el fútbol, como en la vida, es un acto de humildad y grandeza. En el campo, los errores son inevitables: una entrada a destiempo, una palabra fuera de lugar, o una decisión que perjudica al equipo. Reconocer nuestras fallas no nos hace débiles; al contrario, fortalece los lazos de equipo y muestra respeto hacia los demás. El fútbol es un reflejo de la vida, y en ambos, el perdón nos permite avanzar con el corazón en paz y el espíritu enfocado. Aprender del error y corregirlo nos convierte en mejores jugadores y, sobre todo, en mejores personas.
David Santana Rodríguez