En cada pase, en cada jugada, en cada gol, late un corazón con un sueño infinito.
Un niño que juega al fútbol, no sólo persigue la pelota, persigue sueños, ilusiones y objetivos que den forma a su mundo. Tratales con cuidado, contiene sueños que, aunque frágiles, son su mundo. Apóyale, enséñale y motívale… porque detrás de cada jugada, hay una esperanza que puede crecer y brillar para siempre.
David Santana Rodríguez