El espíritu deportivo y la empatía que deberían prevalecer en el deporte, más allá de la competitividad. Este tipo de gestos nos recuerda que, aunque en el campo cada quien luche por su equipo, al final todos compartimos los mismos valores de respeto y humanidad.
Cuando una jugadora, tras recibir una falta, se interesa por el bienestar de su rival, demuestra madurez y nobleza, cualidades que trascienden más allá del resultado del partido. Este tipo de acciones son las que inspiran a jóvenes deportistas y fomentan el verdadero propósito del deporte: unir, enseñar y construir relaciones humanas positivas.
FUENTE: Fco. Rodriguez Luzardo