Yo quería ser delantero, pero la portería me eligió como la persona que debía de defenderla, convirtiendome en portero del equipo.
Ya sé, Papá, que querías que fuera el Delantero, y que los partidos, se ganará gracias a mis goles. Pero la maldita portería, me enseñó que para ese puesto, tenía que ser un chico especial, que no sintiera miedo ante las adversidades y que cuando hiciera falta, tuviera la oportunidad de aparecer con una parada, un despeje o con una mano desviando el balón a corner.
Papi, me siento a gusto siendo ese jugador solitario, que siente una gran adrenalina cada vez que el balón se acerca a mi posición.
Papá, te puedes sentir orgulloso, porque voy en camino de convertirme en un gran portero, pero mientras tanto, disfrutaré del camino.
David Santana Rodríguez