Era un joven que no soportaba las normas estrictas de su entrenador de fútbol.
«No llegues tarde a los entrenamientos.»
«Asegúrate de que tus botas estén limpias antes de cada práctica.»
«No olvides estirar antes y después del entrenamiento.»
«Respeta a tus compañeros y al equipo contrario.»
El joven no soportaba que su entrenador lo reprendiera por esas pequeñas cosas.
Tuvo que tolerarlas hasta que un día recibió una invitación para participar en un torneo importante.
«En cuanto termine este torneo, me buscaré otro equipo.
No escucharé ni una queja más de mi entrenador.»
Eso fue lo que pensó.
Antes de salir para el torneo, su entrenador le aconsejó:
«Recuerda siempre dar lo mejor de ti y apoyar a tus compañeros. Incluso si cometes un error, mantén la cabeza en alto y sigue adelante.»
Le dio más dinero del necesario para asegurarse de que tuviera todo lo que necesitaba durante el torneo.
Cuando llegó al lugar del torneo, notó que el vestuario estaba desordenado y había botellas de agua vacías por todas partes.
Aunque no era su responsabilidad, recogió las botellas y las tiró en el contenedor de reciclaje.
En el campo de juego, vio que algunas de las redes de las porterías estaban desatadas y flojas.
Sin que nadie se lo pidiera, las ajustó para asegurarse de que estuvieran bien colocadas.
Mientras calentaba, notó que el área de descanso del equipo estaba desordenada, con toallas y equipo tirados por ahí.
Recordó las palabras de su entrenador:
«Mantén tu área de descanso limpia y ordenada.»
A pesar de sentirse molesto, recogió todo y lo organizó adecuadamente.
Cuando comenzó el partido, notó que uno de los jugadores del equipo contrario estaba luchando con sus cordones de las botas.
Sin pensarlo dos veces, se acercó y le ofreció uno de sus cordones de repuesto, recordando el consejo de su entrenador sobre el respeto hacia los demás.
Después del partido, el organizador del torneo se acercó a él y le dijo:
_ ¿Estás listo para recibir el premio al mejor jugador del torneo?
El joven pensó:
- ¿Será esto una broma o realmente me lo merezco?
_ ¿En qué piensas? -preguntó el organizador-.
No seleccionamos al mejor jugador solo por su habilidad en el campo, sino también por su comportamiento y actitud.
Observamos a todos los jugadores y tú fuiste el único que recogió el vestuario, arregló las redes, organizó el área de descanso y mostró respeto hacia tus compañeros y oponentes.
Por eso te hemos elegido para este premio.
Siempre se molestaba con las normas de su entrenador, pero en ese momento, se dio cuenta de que gracias a ellas había ganado el reconocimiento más importante de su carrera.
Su irritación y enfado desaparecieron por completo. Decidió que nunca dejaría a su entrenador y volvió al equipo con una nueva perspectiva.
Todo lo que nuestros entrenadores o padres nos dicen es para nuestro bien, deseando un futuro brillante para nosotros.
Para convertirnos en personas de valor, necesitamos aceptar correcciones y guía que eliminen los malos hábitos.
Nuestros entrenadores son nuestros primeros guías, antagonistas en nuestra juventud, pero mentores para toda la vida.
No tiene sentido despreciar a tus entrenadores cuando están contigo y lamentar su ausencia cuando ya no estén.
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