No tengo idea de dónde habrá salido la absurda idea de que gritándoles a los niños, humillándoles y despedazándolos moralmente estos se harían más fuertes. Es desagradable ver la cantidad de veces que pasa en los campos deportivos e, incluso, en niveles de base, con niños muy muy pequeños.
Cuando exploramos el trasfondo de la falta de confianza de los jóvenes, a menudo encontramos frases dolorosas, escondidas en el inconsciente, que se repiten insistentemente en su cabeza en el momento cumbre (p. ej. cuando están a punto de tirar una canasta). «No tengo lo suficiente», «no soy bueno para tirar», «seguramente voy a fracasar».
Tratar de sacar esas espinas en el corazón es como quitar las abolladuras a una fruta, simplemente cada lesión la hace marchitarse lentamente. Y entonces, todo el talento que hay dentro del muchacho lo ves esconderse.
Así que cuida tus palabras a la hora de comunicarte con tus muchachos y, si no puedes hacerlo, lamento decirte que el resultado que ves en la cancha, también es culpa tuya. Hasta que no puedas forjarte un carácter maduro como instructor, no serás capaz de ver el verdadero potencial que hay detrás.
FUENTE: Nury Moguel Núñez. Psicología Deportiva.