Soy consciente de que no voy a hacer muchos amigos con este texto, pero como decía Loquillo, «no vine aquí para hacer amigos», y, más importante que eso, como decía John Lennon, «ser honesto no te dará muchos amigos, pero te dará los adecuados»…
Hace un par de semanas, más de 80 jugadoras seleccionables por España entre las que se encontraban las 23 Campeonas del Mundo, anunciaban su renuncia a la Selección Española Femenina de Fútbol hasta que se diesen una serie de cambios en la sede de la Real Federación Española de Fútbol.
En la tarde de hoy, tras el cese de Jorge Vilda y la dimisión de Luis Rubiales – otrora seleccionador nacional y presidente del máximo organismo federativo, respectivamente -, 21 de las 23 que se hicieron con el título mundial han firmado un comunicado exigiendo la reestructuración de hasta cinco áreas de la Federación como condición a su vuelta al equipo nacional. A esas hay que sumarles otras tantas que no estuvieron en la Copa del Mundo hasta llegar a 39, queriendo esto decir que la lista de internacionales no disponibles se ha reducido a la mitad.
Ante esta tesitura, en esta jungla que son las redes sociales, infestadas de fanáticos, hipócritas, oportunistas, manipuladores y opinólogos gratuitos, y como no podía ser de otra manera en este país cainita enfermo de bipolarización, el grueso de la masa se ha dividido en los dos siguientes grupúsculos:
1) Los (inserte aquí descalificativo) que dicen que «hay que sancionar (incluso a alguno pedía «detener») a las jugadoras que se niegan a jugar con España».
(Esto lo piden en base a la Ley del Deporte que habla de la obligatoriedad de los deportistas de acudir con la selección nacional de su disciplina. Y, efectivamente, esa ley existe. Pero, por un lado, nunca se ha aplicado porque los seleccionadores han sido lo suficientemente inteligentes como para no convocar a deportistas que no quieran ser seleccionados, ya fuese por motivos político – ideológicos, físico – psicológicos o profesionales de cualquier tipo. Porque a NADIE le interesa un/a profesional en un equipo en contra de su voluntad. Ni al/a entrenador/a ni a los/as jugadores/as. Por tanto, una cosa es la ley y otra su (no) aplicación. Y por otro, que tengamos que acatar la ley no significa que no podamos discutirla e incluso criticarla. Las leyes son hechas por seres humanos y no pocas veces son injustas o incluso disparatadas. Y en España precisamente tenemos ejemplos recientes que no necesitan ni ser mencionados).
2) Los (inserte aquí descalificativo) que llaman «traidoras a las que les importa más el patriotismo que sus derechos como mujeres» a las jugadoras que ahora sí quieren ir con España.
(Esto lo dicen las mujeres – y los hombres, no se lo pierdan – que no sólo pretenden decirle a otras mujeres cómo serlo, lo que tienen que hacer o lo que deben sentir, sino que además también se permiten el lujo de descalificarlas si no lo hacen).
Y entre tantas sombras, dudas, información por desvelar y por confirmar, hay algunas certezas como las que siguen:
TODAS, absolutamente TODAS las futbolistas querrían estar en un contexto diferente e ir con La Selección con normalidad. A ELLAS, sobre todo a ELLAS, es a las que más les duele y perjudica esta situación.
Y como son personas e INDIVIDUOS DIFERENTES, unas piensan que lo mejor que pueden hacer por el fútbol femenino es RENUNCIAR para presionar desde fuera en busca de esas mejoras y otras creen que la opción ideal es JUGAR y luchar desde dentro por conseguir que se dé ese progreso.
Y yo por supuesto que me voy a mojar, como hago siempre y además doblemente (aunque rara vez satisfago los deseos de los que ven la vida en blanco y negro, porque he dado suficientes vueltas por el mundo como para saber que es gris):
Mi opción sería la segunda, porque creo que es perfectamente compatible seguir ejerciendo tu profesión con pelear por que progrese tu ‘empresa’, y no siempre la solución es la ‘huelga’. Y mucho menos faltaría cuando mi trabajo es mi pasión, para más inri de limitada duración. Además, también es importante mantener el actual estatus de la Selección, tanto por motivos deportivos como mediáticos e incluso económicos, empezando por hacer un buen papel en la Nations League y clasificarla para los Juegos Olímpicos, contribuyendo así al crecimiento del fútbol femenino y a su seguimiento en nuestro país. Por lo tanto, razones para jugar sobran. PERO ENTIENDO perfectamente a las que piensen lo contrario.
Y esto lo cuento a modo de anécdota, porque mi opinión es absolutamente irrelevante. Al igual que la tuya, la del otro y la del de la moto. La única que importa es la de ELLAS, y cada una tendrá sus motivos para tomar una decisión u otra. Lo único seguro es que TODAS quieren lo mejor para el fútbol femenino, aunque tengan visiones diferentes respecto a cuál es el camino ideal para lograrlo.
Y a ti, a mí, a ustedes y a nosotros sólo nos quedan dos cosas por hacer:
RESPETARLAS Y NO JUZGARLAS.
A las que ya quieren volver a jugar y a las que todavía no. Ojalá este éxodo acabe en regreso…y cuando sea, porque más vale tarde que nunca y porque nunca es tarde si la dicha es buena…⚽🇪🇦♀️❤️
FUENTE: Miki Duque