Después de muchos años entrenando fútbol base, termina uno aprendiendo algo, y es que yo soy de los que pienso, que el dia a día es una enseñanza pura, cada entrenamiento que hago con el equipo que llevo esa temporada, es un máster para mí, yo intento dar lo mejor de mí, pero también cojo lo que veo en mis compañeros que entrenan otros equipos, en otros clubs, incluso mi obsesión llega a mirar y mirar videos para seguir formándome e ir siendo más rico en contenido.
Pero donde más he aprendido, y lo puedo asegurar, es de mis jugadores, ellos siempre me enseñan, me hacen tener los pies en el suelo, y sobre todo…me hacen disfrutar cada sesión que realizó con ellos. Soy exigente, y me considero un entrenador «Formador», siempre he creído y me gusta esa palabra, «Formador». También diré, que exijo a cada niño el máximo, es un deporte, pero también es una etapa de la vida, y lucho para que cada uno me dé su mejor versión, creo que le doy sentido a los Valores de la vida, los del Fútbol, lo que nos hará ir creciendo y convirtiéndonos en mejores personas.
Creo que mi legado será el poder disfrutar con ellos durante la temporada, pero la satisfacción de los niños que se han convertido en hombres, es que me vean por las calles, por los campos de fútbol o por la vida misma, y me paren y me saluden, es la mayor recompensa que uno puede tener. Sobre todo cuando me cuentan que les gustó que yo fuera su entrenador, que fuera por una etapa de sus vidas, alguien que pasó tiempo con ellos y que ellos disfrutaron.
Eso es lo que nos quedará, la gente, la amistad pero también la satisfacción de haber hecho lo que me gusta, como me gusta, y sobre todo haber gustado.
Está enfermedad del Fútbol, es así, muchos los ven como el deporte de las peleas, discusiones, malos rollos, yo por desgracia, o por suerte, aparto todo eso de mi, y lo sigo viendo cómo una forma de vida.
David Santana Rodriguez